La bella localidad de Nono era inundada por la paz y la tranquilidad características de la zona cuando de pronto, casi sin aviso, fué invadida por una plaga de parásitos, que dejó por el suelo todo lo frágil e inocente del lugar.
Atraídos tal vez por el paisaje, o quizás también por los comentarios de que se había descubierto una gran plantación de hierbas alucinógenas non-sanctas, esta piara de individuos tomó por sorpresa el lugar, inundándolo rápidamente de hedores que iban desde asado mal cocido, pasando por vahos de orines potenciados por el consumo de bebidas de alto tenor etílico, hasta el aroma dulzón producido por la icineración (y fumada) indiscriminada de yuyitos locales envueltos en papel de cigarrillo.
Entrar en detalles, sería intentar igualar la descripción del Infierno del Dante y, como aún quien suscribe no se considera a la altura de dicho autor, simplemente prefiere mostrar en explícitas imágenes lo ocurrido.
Sin más preámbulos, dejo a criterio de quienes visiten esta página, las pruebas de dicho brutal e insano acontecimiento.
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